21 enero 2014

Día 16

Día 15

Esta muchacha acabará conmigo sin ni siquiera planteárselo. Consigue que me plantee mi existencia seriamente. Cada día vengo, me siento en estas rocas frías e incómodas y la observo. Ella siempre está cuando yo llego, me pregunto a qué hora vendrá... ¿Es posible qué no se de cuenta de que estoy aquí? ¿Tan insignificante es la presencia humana para ella? ¿O mejor dicho, mi presencia?
Mi observadora .... Quién pudiera leer mis pensamientos se reiría de mi sin compasión, o por lo contrario, me tendría mucha pena.
Ella, como cada día, se integra en el paisaje sentada al filo de las rocas observando como el mar y el cielo, tan lejos el uno del otro, se vuelven uno al ojo humano, en el horizonte; sonriendo cuando las olas rompen en la costa o las gaviotas interrumpen el extraño silencio de la zona. Con su cazadora marrón, su pañuelo de color turquesa, sus tejanos y sus bambas, siempre con camisetas de publicidad y el pelo recogido en una coleta alta con coleteros de colores. La curiosidad me come por dentro. ¿Qué vendrá hacer cada mañana aquí? No se la ve triste, no lleva libretas, ni cascos, ni cámara de fotos...
Hoy se va antes... que raro. Pero su ritual no cambia: se levanta y se estira para desentumecer la musculatura, recoge su chaqueta y empieza a caminar y se para a mirarme....
¿SE PARA A MIRARME?
Sus ojos almendrados y de un verde profundo se han detenido un segundo en mi rostro y han podido ver mi cara de idiota sorprendido. Después a sonreído y ha seguido su camino.

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Día 17

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