16 enero 2013

Merilain, Una compañera nueva - cap2

Les llamamos al móvil, salimos al jardín, al bosque, al lago... nada; ni una prenda de ropa, ni una triste huella en el suelo. Como si jamás hubieran estado en aquella fiesta. Llamé a los padres de Marc y una hora después: amigos, conocidos, familiares y policía estábamos rastreando la zona.
Finalmente recordé un rincón al que solíamos ir de pequeños, nuestra base secreta. Le dije a Óscar que me siguiera y fuimos directos al sitio, pese al tiempo que había pasado recordé perfectamente del camino.

- Oye tío, esta zona ya la han hecho entera. ¿A dónde vamos?
- ¿Sabes por qué se le llama base secreta a un rincón perdido en el bosque? Porque solo lo conoces tú y no es fácil de ver.
- ¿Con qué coño me sales tú ahora?
- Ya estamos.

Nuestro escondrijo era, ni más ni menos, que una cueva en la pared de la montaña que empezaba al final del bosque, pero era un gran sitio secreto, ya que desde el suelo no se podía ver. Nos entusiasmó aquel lugar porque para verla y poder entrar tenías que escalar un árbol que parecía estar hecho a medida, sus ramas te introducían en aquella gruta de manera sutil.
Tal como entré de nuevo en aquel lugar desee no haberlo hecho nunca. Empecé a sudar, el corazón me iba a mil, ni mi amigo ni yo eramos capaces de dar un paso. Ahí estaban los cuerpos de mis amigos, tirados sobre la fría piedra como un par de trapos, maniatados y con los ojos vendados; semidesnudos y ensangrentados. Me acerqué a Marc, pero no pude ni agacharme a su lado. No había ni un ápice de calor en aquel cuerpo, rodeado por un charco de la sangre que salía de un corte profundo en la pelvis; lleno de cortes, golpes y quemaduras. No podía reaccionar, estaba frente al cuerpo muerto y maltratado de mi mejor amigo. La expresión de su cara parecía haberse congelado en el momento que les sorprendieron, sus ojos parecían desencajados, reflejaban terror...
El cuerpo de Merilain parecía no estar tan maltratado. Óscar se acerco, y se puso a gritar:

- ¡ Déjame hijo de puta!¡No me toques!¡Lo has matado cabrón! - gritaba horrorizada, sin poder moverse a penas y llorando - ¡Matame ya! Por favor...por favor...
- Meri, somos nosotros... Ya, ya esta...Estás a salvo...


Al día siguiente la policía nos pidió a Óscar y a mi que tuviéramos paciencia con Merilain. El asesino les había obligado a todo tipo de juegos sexuales entre ellos y lo peor, había hecho que se maltratarán entre ellos. Había reproducido una "peli" de violación y maltrato en directo. Lo último que le había dicho a Meri era, que no se preocupará, que les dejaba un poco de intimidad para que Marc pudiera llorar y morir tranquilo, disfrutando de su compañía. Después volvería y disfrutarían juntos.
Ella estaba convencida que volvería, que iría a buscarla. Aquel hijo de perra no solo había matado a mi amigo, también había anulado psicológicamente a la chica más increíble que había conocido y yo... yo no era capaz ni de llamarla para hablar con ella.
Una semana después, coincidiendo con la retirada del último coche patrulla que había en la puerta de casa de Merilain, me enteré que se habían encontrado la casa abierta y desbaratada, con un rastro de sangre que salía hasta la carretera, pero de ella, ni rastro.