15 octubre 2012

Luz: cap3. La decisión.

¿Cómo pudo tener la sangre tan fría de soltármelo así?
Mi vista se nublo, solo podía ver sus ojos interrogándome, buscando adelantarse a mi respuesta. Miré al suelo buscando una tregua y poder llegar a una solución de la que no me arrepintiera.

- Va a ser la última vez que nos veamos ocurra lo que ocurra, ¿no?
- Exacto.
- Seguir como hasta ahora o entregarlo todo a alguien que no se realmente quién es, que nadie conoce, que no volveré a ver, que no se su nombre y que seguirá disfrutando de su vida nocturna como si nunca nos hubiéramos visto -suspiré tranquilamente y no disimulé la sonrisa melancólica que me salio del alma-. Esta bien. Lo entiendo.

La cogí del brazo, la acaricié y sentí su escalofrío en mi mano, vi como se sonrojaba y creo que nunca había sonreído con tata picardía como le sonreí en ese momento a ella, era la primera vez que no era yo el intimidado.

- Sí, esta bien... Pero ya que tú has puesto tus condiciones, yo pongo las mías. Quiero intimidad y respeto, no que me intimides y me mandes, así que deja esa pose de sargento. Si hay que disfrutar, que disfrutemos los dos, ¿no?

No puedo explicar todo lo que su cara confesó en ese momento, ¿sorpresa?¿ alivio? ¿miedo? ¿ganas? Pero me acerque a ella y le acaricié la cara. Cerro los ojos y se dejó llevar. Se habían girado las tornas, yo me sentía seguro y tranquilo y ella... ella era increíble. Le alce la cara con suavidad, cogiéndola por la barbilla, y la besé. Esa mujer con tanto carácter y prepotencia estaba tan dulce... Poco a poco el beso cogió forma y la pasión nos inundo. Fue su lengua la que encontró la mía, al mismo tiempo que sus dedos se entrelazaban con mi pelo y la otra mano se colaba juguetona por debajo de mi camiseta. Adiós sutilezas, hola pasión. Entre besos y "caricias" la acorralé en la pared y le iba a quitar la camiseta, pero me agarro las manos, me miró fijamente y apareció otra vez su temperamento:

- Ni hablar guapura. Primero te saboreo yo, a ti.- y me quitó la camiseta.

Me repasaba entero, devorándome con los ojos y mordiéndose el labio inferior. Se escabulló de la jaula que le hacían mis brazos con la pared, me agarró de la cinturilla del pantalón y me arrastró hasta la cama. Estaba de rodillas encima mío, quedando su pecho a la altura de mis labios, y se quitó la camiseta de un tirón. Segundos después la tenía debajo mío solo con la ropa interior. Su piel suave ardía y a mi me quemaban hasta los ojos solo viéndola. Era tan hermosa... con la piel tan suave y tersa, la barriguita plana y  los huesos de la cadera marcados... parecía una fantasía, dulce y salvaje a la vez. La acaricié, la toque, la besé y otra vez, cuando fui a quitarle la poca tela que le quedaba y que sobraba más que nada, me dio la vuelta y se colocó encima mío. Sus labios paseaban a placer por cada poro de mi piel mientras que apartaba mis manos de su culo y dejaba claro que me quería quietecito. Detuvo los besos debajo de mi ombligo, alzó la vista, me sonrío maliciosa mientras hacía descender mis pantalones y...


- ¡Vale, vale, vale vale!
- ¿Qué pasa?
- ¿Cómo que, qué pasa? ¡No es necesario que me detalles como fue la gran noche! Ya me imagino que fue una noche llena de lujuria y placer y que te la gozaste.
- ¡Joder! Si solo de recordarlo todo se me han tensado los músculos...
- Bueno y se supone que ¿tengo que creerme que no te acordabas de nada de todo esto hasta que hoy has visto mi collar?
- Exacto.
- ...
- A veces cuando me despierto me vienen un par de imágenes como si fueran de un sueño mal recordado y resulta que son la cara de aquella mujer y ese collar, Luz. Nunca me fije mucho ni le di la más mínima importancia, pero es idéntico al que llevaba ella... No me mires así, yo tampoco lo entiendo. ¿De dónde lo has sacado? Des de que te conozco no recuerdo habértelo visto.
- Me lo envió mi madre este verano con una nota que decía:  "Para cuando te sientas perdida y no sepas ha donde mirar, obsérvalo y recuerda la luz que llevas dentro."
- ¡Lucía nos vamos!
- Bueno, me voy, nos vemos mañana en clase. Ya me contarás quien es en realidad la mujer del gran polvo de tu vida, jajaja. Adiós
- Ya... muy graciosa. ¡Hasta mañana!